El patrimonio histórico es un legado que nos vincula con el pasado y lo actualiza, lo hace presente y tangible. No es pasado muerto, viejas ruinas, objetos polvorientos o vetustas fachadas: es historia materializada. De hecho, el origen latino del término, patrimonium (“lo que viene de los padres”), evoca el valor del patrimonio histórico como vínculo y herencia: lo que hemos heredado de nuestros antepasados, lo que viene del pasado y se transmite al futuro. Nuestro patrimonio, como memoria de experiencias pasadas, relaciona a diferentes generaciones, como hilo conductor entre los que estaban antes y los que vendrán después. De esas experiencias previas podemos aprender y mejorar. Y esta razón para conservar y proteger el patrimonio histórico como referente y realidad tiene un valor añadido en nuestra sociedad actual, que tiende a primar artificialmente lo nuevo, transformándolo en objeto de usar y tirar; una sociedad que fabrica y consume novedades a un ritmo trepidante, y que rápidamente convierte lo antiguo en viejo.
Entendemos que en una ciudad como Almuñécar, la conservación de nuestro Patrimonio Histórico es fundamental para seguir apostando por tener y atraer un turismo de calidad y, sobre todo, para que nuestra oferta cultural sea lo suficientemente atractiva y diversa como para ir rompiendo la estacionalidad en nuestro sector turístico.
Y la pregunta a nuestros gobernantes:
¿Cómo vamos a mejorar, cómo vamos a ser referente como ciudad turística, si recortamos en la partida correspondiente a Patrimonio?
Aquí os ofrecemos algunas imágenes, tomadas en la tarde de ayer, para que conozcais de primera mano el estado de mantenimiento y conservación de algunos de los enclaves más importantes de nuestra ciudad.
